1.
CASA DE LA MARQUESA.
La casa de la marquesa en la
villa de Cée apenas sufrió modificaciones a lo largo de los años, conservándose
así por los actuales dueños, que a pesar de las necesitadas reformas supieron
mantener su estado original con exquisito gusto, mostrando así todo el poderío
casi cinco siglos después.
1.1 - Especificaciones.
Edificación del S.XVI, construida en la primera mitad
de ese siglo. Consta de un bajo y tres alturas, su forma de construcción así lo atestigua. Como consecuencia de la política de los
Reyes Católicos, van transformándose estas casas-fortaleza en casas señoriales,
donde el señor atendía sus propiedades y convivía con los campesinos.
Este tipo de edificación es la vivienda rural señorial del noroeste, son
edificios que conservan la austeridad castrense en su organización y aspecto.
Generalmente, el conjunto está formado por un gran cuerpo principal, al que se
adosan otros complementarios, dependencias, cocinas. etc. Su estructura es de
gruesos muros de fábrica, construidos con sillares de granito, con espesores
próximos al metro, y organizados en dos crujías con sus muros de traviesa, generalmente
la piedra salía del mismo sitio donde se edificaba o de las proximidades.
Destinada la parte baja, a almacenes, graneros, y dependencias complementarias que
estaban cerca de la casa para facilitar la vida agrícola y ganadera, y en las
superiores, la vivienda de los señores, sala de reunión, habitaciones y un
cuarto con todas las comodidades para cuando los verdaderos señores venían de
visita.
De la puerta principal de acceso, arrancaba la escalera, desarrollada en
tramos de peldaños y mesetas de granito y antepechos del mismo material o
barandillas con balaustres de hierro forjado.
La fachada es muy simple, pero con mucha elegancia, con alternancia de
huecos y macizos en los que dominan estos últimos; en el paramento más noble de
la fachada campeaba el escudo familiar. En el salón principal se abren balcones
con el vuelo de sus repisas formado por ménsulas voladas de granito, de
perfiles muy sencillos. Las barandillas solían ser de hierro forjado.
La cubierta es a dos aguas, resolviéndose en el cuerpo principal, al que
acometen los secundarios. Los aleros son de escaso vuelo, apoyados sobre canes
de piedra. El conjunto estaba rodeado por una romántica vegetación, de
abundante hiedra. La casa es el resultado, en síntesis, para una convivencia feliz,
de la arquitectura gallega, a la vez fortaleza y vivienda señorial.
2.-
Genealogía de la CASA DE LA MARQUESA
A finales de la década de 1540, llegaba
a la villa de Cée un personaje que fue quien dio vida a esta historia, Juan Boo de Castro. Era este hombre un
comerciante que vio en este pueblo la posibilidad de hacer muchos
negocios.
A pesar de mis búsquedas, no logre saber su
lugar de origen, aunque todo me indica que era de las tierras del Tambre, con
muchas posibilidades de las tierras de Noia.
Como quiera que fuese, el traía todo muy
claro, como se pudo ir viendo con el paso de los años. Una nota muy escueta del
encargado del movimiento de entradas y salidas de la villa, era lo que algunas
veces se podía encontrar. “varón de treinta años más o menos que dice ser
mercader está solo y estará varios días con nosotros”.
Hombre de oficio, muy pronto se puso al día
de los negocios que podían ser de interés. Hacía unos años que estaba a la venta
parte de la heredad que quedara de Dña. Catalina Gomes, madre que fue de D.
Diego de Muros. Por su testamento otorgado en Cée el año 1497, sabemos que era
poseedora y dueña de una importante suma de bienes en diferentes lugares y
parroquias, desde Muros a Fisterra.
Así pues, al poco tiempo adquiere unos
terrenos con algunas casas viejas, por el lado norte al entrar en Cée, que es
realmente donde está ubicada la casa principal hoy día. Un par de años más
tarde, comienza a construir ese edificio que era todo un orgullo por aquellos
tiempos, año 1551 aproximadamente.
Por el año 1556, se une en matrimonio con María Domínguez de Figueroa, vecina de la parroquia de Sta. Eulalia de Bréns, la cual aportó un importante patrimonio a esa unión. Fruto de este enlace tuvieron un hijo por el año 1560, Juan Boo de Castro y Figueroa.
Juan Boo y María Domínguez, siguieron
aportando bienes a su patrimonio, sin olvidar la fundación San Juan Bautista,
tal como lo dejaba reflejado[1] en su testamento
Juan Bautista de las Riveras el 12 de enero de 1889, ante Manuel Quinteiro de
Soto, escribano, vecino de la villa de Corcubión.
Juan Boo y su mujer dejaron todos sus bienes a su hijo Juan Boo “el mozo” (que sigue) y otra parte para la fundación que ambos fundaron.
Juan Boo de Castro y Figueroa o Juan Boo el mozo, hijo único y heredero, siguió la línea marcada por su padre, lo que le sirvió para ser considerado una persona importante y respetada por todos. Los años fueron pasando y los negocios parecía que tenían prioridad, más cuando se da cuenta iba a cumplir sesenta años.
Es entonces cuando conoce a la que sería su
mujer, Hurraca Sánchez de Moscoso,
viuda de Pedro Calvelo, algunos años más joven que él.
Ella de su anterior matrimonio trae un hijo
que hacía poco que se casara, el cual estaba destinado en Cée al mando de la
dotación militar que protegía esta villa, el capitán Pedro Álvarez de Carantoña (que sigue).
En la década de 1630 construyen en Cée su
casa, que se conoce hoy como pazo de
Cotón, nombre atribuido al antepenúltimo dueño.
En el año 1634 Juan Boo de Castro y
Figueroa, al igual que su padre deja todos sus bienes repartidos en la
proporción que correspondía al vínculo, a la fundación y parte restante, a su
mujer Hurraca.
Hurraca dejó a su hijo Pedro por heredero.
[1]
“la fundación y Capilla
referida de San Juan Bautista que instituyó Juan Boo de Castro, y su muger
Maria Domínguez la primera, de la fundación de lo que dio fe Andrés Diaz de
Mata Escribano vecino que fue de San Pedro del Puerto en el año de mil
seiscientos noventa y nueve: y la segunda de marido y muger por su testamento y
Codicillos otorgados por ante Bartolomé Baldeon Escribano y Notario de numero
de dicha Villa de Cee en los años de mil quinientos setenta y uno, y mil
quinientos setenta y siete”.
Pedro
Álvarez de Carantoña contrae matrimonio en
el año 1615 con Alberta González, siendo
vecinos de Carantoña. Trajeron a este mundo a:
1.- María, nacida en 1617 y que casaría en el año 1636 con Martín de Castiñeira. (que sigue)
2.-
Ana que casó con Isidro Vázquez, escribano en Suxo
(Muxía).
3.- Antonia,
nacida en 1624, que se unió en 1647 con Alonso
de Leis, capitán en la villa de Muros. (Ver pazo
de Cotón más adelante)
4.- Alberta,
nacida en 1628 y que casó en 1650 con Sancho Bermúdez de Paizás (Vimianzo).
María y Martín de Castiñeira, que es nombrado capitán y pasa al mando de la dotación de lavilla, se hacen cargo de la casa principal, que alternan con la casa de Martín en Boallo (Berdoyas). Fueron los padres de Rosendo de Lema (que sigue). Rosendo de Lema se unió en matrimonio con su prima Andrea de Leis, hija de Alonso y Antonia Álvarez. Rosendo toma las riendas del patrimonio y ahora se instala ahí junto con su mujer, ocupando la plaza que deja su padre, por lo que es conocido como el capitán Rosendo de Lema. Estuvo en el puesto hasta 1708, año de su fallecimiento.
En 1685 comenzó
a construir una casa solariega en Vilaseco, (San Martín de Castrelo. Vimianzo),
conocida como “casa grande de Vilaseco”. Estuvo allí en varias ocasiones, donde
la vida diaria era diferente.
El matrimonio también alternó su estancia en Cée con la casa de Mórdomo, heredad de Alonso, el padre de Andrea de Leis. Durante esos años tuvo tres hijos, siendo el primogénito Pedro Gerónimo de Lema y Carantoña. (que sigue). Patricio y Josefa.
Pedro
Gerónimo de Lema y Carantoña. Nacido el año 1690, tuvo larga vida, falleció en 1761. La
continuidad de la familia recayó en él. Durante el tiempo que estuvo
representando a la familia, tuvo sus alegrías y muchas penas, peleó por la
mejora de los suyos, fuesen o no, familia.
En 1720 contrae matrimonio con Francisca Romay y Zúñiga, natural de
Puebla del Deán. Con esta unión queda durante varios años vinculada la casa
noble de Cee con la casa grande de Puebla del Deán (Pobra do Caramiñal). De
esta unión hubo tres hijos, M.ª Josefa, Juana y Gerónima.
En 1722, rehace de nuevo la casa principal
que dejaron Juan Boo y su mujer, haciendo algunas agregaciones. Años más tarde ocuparía esa casa, su hija M.ª Josefa de Lema casada con Antonio Gabriel de las Riveras, natural
de San Juan de Paradavella, (A Fonsagrada).
Al mismo tiempo Pedro Gerónimo sigue
luchando con los contratiempos que iban apareciendo para tener al día el
control de toda la hacienda que cada generación iba agregando. Así, por
ejemplo, por el lugar de Leis (Muxía) en el que Gonzalo de Lema pagaba por la
casa de la Atalaya, casal del mismo nombre y heredades, así como otra casa en
el mismo lugar, por una renta de diecisiete ferrados de trigo. También pagaba
Pedro de Castiñeira vecino del lugar de Lavandeira (Castrelo) dos becerros por
valor de diez ducados, los cuales se los había dado a medias. Bernardo do Anido
y Adrián de Lema pagaban cada año cuarenta y tres ferrados de trigo, dos
cuartillos de manteca y dos libras de miel, por el casal de Fornelos (Sta.
María de Bayo). Roque do Mouzo vecino del lugar de Carnés pagaba cada año ocho
ferrados de trigo de renta por el lugar y casal llamado de Juan Fernández.
Antonia Varela del lugar de las Barrosas (San Pedro del Puerto) junto con otros
vecinos del lugar de San Cristóbal de Carnés, pagaban cada año por el lugar y
casal de Montecelos, quince ferrados de trigo de renta. Plácido Ramos y Tomás
Paz pagaban cinco ferrados de centeno y tres de trigo por heredades
pertenecientes al casal que se nombraba de Villastose y por otro nombre, de
Domingo de Senande. Andrés y Ángel Pérez pagaban ocho ferrados de trigo y nueve
de maíz, por un cuarto y medio de todo el casal conocido como “datorre”, con
las heredades a él anexas, en la parroquia de San Ciprián de Villastose. Pedro
López pagaba cada año cuatro ferrados de trigo y dos de centeno por el casal de
Senande. Todo esto es una muestra de lo que estas familias llegaron a dominar
durante varios siglos.
La vida seguía golpeando, en 1741 Pedro
Gerónimo queda viudo, cinco después fallece su hija M.ª Josefa. Su yerno
Antonio Gabriel se implica con su suegro para ponerse al tanto de todos los
bienes, mientras que Pedro Gerónimo abatido por tanto dolor se refugió en sí
mismo en la casa de Vilaseco, donde pasó muchos meses hasta su fallecimiento en
Cée el año 1761.
Apuntes a tener en cuenta de este documento, del año 1777.
Documento manuscrito del año 1777, donde se quería dejar constancia para futuras generaciones, el origen de los bienes y sus antecesores.
“La casa principal y “arrueriro” que quedó de Juan Boo de Castro el viejo, y su mujer Maria Domínguez de Figueroa fundadores del vínculo de Cée, los cuales también hicieron la fundación de la capilla San Juan Bautista, en la parroquia de Santa María de Cee, para cuya obra se vendió la mitad de los bienes pertenecientes a Juan Boo, quedando en la otra mitad, entre otros, las casas y caballerizas para su hijo Juan Boo de Castro y Figueroa, que casaría con Urraca Sánchez de Moscoso la que traía de su anterior matrimonio un hijo llamado Pedro Álvarez, al que pasaría parte de la heredad de Juan Boo de Castro y finalmente a las hijas habidas del matrimonio entre Pedro Álvarez y Alverta González los cuales fundarían el que conocemos hoy como Pazo de Cotón. La casa grande de la villa de Cée donde vivía Juan Bautista, y otros ascendientes suyos, los de algún modo precedieron a Juan Boo, es la que a dia de hoy es conocida como
La casa de un alto que está pegada por la parte sur, la compro Sancho de Lema cura de Dodro en 1703. La casa que servía (1777) de pajar y era la que antiguamente estaba por la parte norte la agrego al vinculo Juan Boo el mozo, quinto abuelo de Juan Bautista”.
Del matrimonio de M.ª Josefa de Lema y Antonio Gabriel de las Riveras quedan dos
hijos, Juan Bautista (que sigue) nacido en 1742, y Antonio José M.ª en 1744, que son
criados por su padre y abuelo, apoyándose también en los abuelos de Paradavella
en Lugo.
Juan Bautista de las Riveras. A partir de 1761 queda por unos años todo el peso de un linaje, que contaba ya con más de dos siglos de historia, en manos de un hombre que nunca pudo pensar que era todo aquello una realidad.
Cumplidos los veinte y tres años, se casa
Juan Bautista con M.ª Magdalena de Novoa
Canel, natural de Vilafiz, provincia de Lugo, mientras que su hermano
Antonio José M.ª se hace monje en el convento de Mondoñedo.
En 1766 llega a Cée de nuevo Juan Bautista
de las Riveras y Lema, acompañado de su mujer y la hija de ambos recién nacida.
Durante un año aproximadamente vive con ellos en la casa principal, su padre, quien pasado ese tiempo decide dar un
cambio a su vida y hacerse clérigo, pasando a ser hasta su fallecimiento en
1795, párroco de Santa Eulalia de Aquintá, (Cancelada de Abajo), perteneciente
al arciprestazgo de Cervantes (Lugo).
Diez años necesitó Juan Bautista para poner al día todos sus bienes, con el trabajo realizado preparó un libro de cerca de quinientas hojas, donde fue transcribiendo todos los documentos con todo tipo de detalles, para ello no hubo ningún tipo de reparo, haciendo jornadas maratonianas, tanto el cómo las personas que le acompañaban. A partir del año 1777, Riveras, pues así era conocido, sigue la línea de su familia, hace nuevos prorrateos, prorroga muchos que hicieran sus antecesores, hace otros nuevos, en fin, sin descanso y en continuo ir y venir de junto sus caseros que eran muchos.
Como norma de la familia, el, no quiso ser menos que todos ellos, sobre el año 1780, comienza a dar forma a un proyecto que hacía algunos años que le quitaba el sueño. Su mujer y la hija, acordaron volver a Vilafiz, creían que allí sería mejor todos, sus padres también querían tener a la nieta con ellos. De este modo Riveras comienza a construir de nuevo la que sería conocida como “casa do Camiño” en el lugar do Camiño, (Vilar de Toba) Cée. Durante cinco años, allí estuvo mano a mano con los mejores canteiros de la comarca. El resultado un armonioso conjunto, ejemplo de la arquitectura rural propia de las familias acomodadas. Destacaba su enorme portal de cantería por el cual se accedía a la casa, corrales y alprende donde guardaban los aperos de labranza y algunos frutos; en la parte alta se encontraban dos hórreos gemelos de considerables dimensiones, que aún que eran semejantes, fueron construidos en distintos años, con la única diferencia de que uno tenía tres puertas que fue el primero en construir y el otro dos.
3.
Todo
este lugar situado en la parroquia de Sto. Adrián de Toba (Cée) perteneciente a
la Dignidad del arcediano de Sta. Tacia, lo aforo Pedro Samaniego arcediano, en
el año 1615 a Pedro Cavelo y Urraca Sánchez en pensión de 6 reales cada año.
Sabemos que por aquí pasaba la vía principal romana que conducía desde
Brandomil al Finisterre, prueba de ello
fue un trozo de unos cuatrocientos metros de calzada romana que ahí estuvieron
durante dos mil años, pero que la mano del hombre se encargó de borrarlo del
mapa.
En
1634 Urraca (caso dos veces) hace cesión de todo a su hijo Pedro Álvarez y mas
tarde a las hijas del capitán. Finalmente quedó con esa heredad, Rosendo de
Lema al llegar a un acuerdo con las hermanas de su mujer, quedando como casero,
Pedro de Noia. Estuvo en litigio varios años y varias ocasiones, quedando
dividido en tres; pasando en 1711 de nuevo a la familia Lema. En 1767 se hace
cargo Antonio Gabriel de las Riveras hasta que en 1777 paso a Juan Bautista.
Por
la tercera parte que tocaba de este lugar que se hallaba cerrado sobre si pagaba
su poseedor, 45 ferrados de trigo en virtud del arriendo que le hizo Juan
Bautista en 1777 ante Antonio de Pazos y Oreiro escribano de Dumbría. Estando
en ese año a campo por abandono de su poseedor Fructuoso de Toba.
En
1792 se libra resolución de propietarios entre D. Pedro Diaz Porrúa y su mujer
Dª María Ana Vahamonde, y D. Rafael de Villa.
Al año siguiente Juan Bautista compra las partes, una por 2400 reales y
otra por un trueque de 7 ferrados de renta en la parroquia de Duyo. Este lugar
a la muerte de Juan Bautista quedó para su hijo, en acuerdo con D. Antonio
Joaquín de Ulloa. Quedando el año
1823, como casero Andrés Piñeiro y su muger que sustituyeron a Baltasar Bugallo
que abandono en 1816, que pagaba 104 ferrados de maíz cada año por todo el
lugar.
Estaba
rodeada de una enorme extensión de terreno y contaba con dos hermosos hórreos
gemelos que aún que eran semejantes, fueron
construidos en distintos años, se diferenciaban en que uno tenía tres puertas y el otro dos, con una capacidad de 150 ferrados de maíz.
Siguió siempre en manos de caseros al frente
del mencionado lugar para su trabajo y cuidado, a principios del S.XX, esta
propiedad pasaría a la familia Leis Rial de Cée, los cuales la siguieron
teniendo en arriendo. A partir del año 1974, los últimos caseros, Leis
Domínguez de Vilar de Toba, abandonaron aquella hacienda, quedando desde
entonces en el más absoluto abandono.
Pasados
ya doscientos cuarenta años de su última reconstrucción, ya que la anterior la
hiciera Hurraca y su marido, allí solo quedan vestigios de lo que fue una casa
de campo solariega, está todo irreconocible, cubierto de maleza sin que apenas
se puedan distinguir las cuatro paredes, me fue posible adentrarme con el
consiguiente peligro por estar todo derrumbado. Pude hacer un par de fotos y
por un momento traté de recordar tal cual era la casa en su interior, había
estado allí cuando aún estaba en todo su esplendor cuidada por los últimos
caseros, pero hace más de cuarenta años.
Hice la composición de todo mentalmente, de
forma que según la recorría iban encajando todos los recuerdos, la entrada por
donde a su derecha estaban las cuadras de los animales, al fondo una gran
cocina, a la izquierda del pasillo la subida de las escaleras para las
habitaciones y la sala grande, pero solo eran recuerdos, allí solo había
piedras tiradas por todos los rincones y maleza de enormes proporciones.
Juan Bautista estaba considerado un
personaje importante en toda la comarca, lo mismo en las cincuenta parroquias
donde tenía posesiones. Todo esto le hacía recaudar cada año dos mil
trescientos cincuenta y cuatro ferrados de grano donde el 60% era trigo, el 25%
maíz y el 15% centeno. En lo tocante a rentas efectivas en reales cobraba dos
mil setenta y tres, aparte de otros pagos en especie como lo eran las sardinas,
gallinas, huevos, cerdos, cabritos, etc.
Juan Bautista fallece en la villa de
Cée el día 23 de mayo de 1822. En el testamento otorgado ante D. José M.ª
Piñeiro, apenas modifica nada del primero realizado en el año de 1889,
simplemente confirma a su nieto como heredero del tercio y quinto de todos sus
bienes, reconociendo también a sus otros dos hijos[2] habidos de
su relación con Josefa Rodríguez, vecina de Cée, a la cual le deja asignada la
cantidad de quince mil reales y la vivienda mientras viva. También deja en su
testamento que de su matrimonio con Dª María Magdalena de Novoa, tuvo por hija
a
M.ª del Carmen de las Riveras y Novoa. (que sigue)
Además, deja reflejado que sea[3] “sepultado
en la Capilla de San Juan Bautista fundación de mis causantes que se haya
incluida en la Parroquial Iglesia de dicha Villa, cuyo entierro y más obsequias
se me hagan según mi estado y calidad”.
[2]
Uno de ellos fue José Antonio
de las Riveras, que vivió en la casa principal hasta su fallecimiento. Además,
quedó de apoderado general de todos los bienes del marqués hasta que también
falleció el señor Ulloa en el año 1845
[3] La capilla de San Juan Bautista se
encontraba en el ala izquierda, de la iglesia parroquial, según se entraba por
la puerta principal.
M.ª del Carmen de las Riveras y Novoa se casó con D. Ramón Ulloa Santiso de cuyo matrimonio fueron hijos D. Antonio Joaquín, Dª María Joaquina Ulloa de las Riberas casada con D. Antonio Gayoso Montenegro, Dª Josefa Ulloa de las Riberas que se casó con D. Agustín Saco Quiroga, entre otros.
Fallecida M.ª del Carmen antes que su padre, toda heredad pasó a su hijo D. Antonio Joaquín Ulloa de las Riveras. (que sigue)
D.
Antonio Joaquín Ulloa de las Riveras, nacido en el año de 1796, fue mejorado por su abuelo en su
testamento. Se casó con Dª Casilda Sotelo
de Novoa, marquesa de Villaverde
de Limia. Queda de este modo con todos los bienes que estaban representados por
las casas principales de Cee, Vilaseco, Mórdomo y en las de sus caseros de
Bréns, Fisterra, Leis, San Pedro do Porto, Vilarmide, Fumiñeu, Sorna, Senande,
Toba, y otros. Tuvieron por hijos a Asunción y Ramón, que no heredó por
fallecer joven su hermano.
Tras la muerte de Antonio Joaquín siguió
llevando las riendas de toda la hacienda que era muy grande y extensa, la
marquesa Casilda Sotelo de Novoa, ayudada por su hija Asunción.
Casilda al quedar viuda, casó con Agustín Saco Quiroga, diputado y dueño
de las casas-torres de Ver y Mundin, casa-grande de Vilanova en San Clodio de
Ribas do Sil y otras. Él también era viudo y no tuvo hijos en sus dos
matrimonios. La marquesa falleció en 1866 y quedó Agustín como tutor de los siete
hermanos Pedrosa Ulloa y
administrador de los bienes de Bóveda.
Asunción casó con Ramón Pedrosa. Debían ser los sucesores, pero fallecieron antes que
Casilda, motivo por el que el segundo esposo de la marquesa, Agustín, estuviese
unos años de tutor de sus hijos.
De este matrimonio nacerían siete hijos entre los que se
repartió todo el patrimonio de los marqueses de Villaverde de Limia.
Todos los bienes de Cée que quedaron de Juan Bautista, los heredó Purificación Pedrosa de Ulloa, que casó con Dositeo Neira Gayoso, nacido en Rosende (Sober) en 1841. Fue abogado, diplomático destinado en Italia y Rusia y diputado y senador por los liberales. Era dueño del Hotel Balneario de Lugo y del molino cercano a él en la ciudad de Lugo, conocido como “la Aceña de Olga”.
Dositeo Neira Gayoso. |
Los dos hijos, Ramón y Blanca, con el consentimiento de su madre, dieron un amplio poder a su padre en el año 1911, para que pudiera comprar y vender en nombre de ellos.
Pero fallecido
Dositeo, heredó su hija Blanca de Neira Pedrosa, casada con José María Montenegro.
El título del marquesado fue pasando por cada uno de los hijos del matrimonio Asunción Ulloa – Ramón Pedrosa, para recaer finalmente en una nieta llamada María Pedrosa que casó con Diego Terrero, tuvieron cuatro hijos, y fue el primogénito Antonio, casado en segundas nupcias con María Dolores Mahou López Losada en 1982 y que sigue llevando esa distinción.
Antonio Terrero Pedrosa. Actual marqués de Villaverde de Limia.
En lo referente al Patrimonio de Cee, el matrimonio Blanca de Neira Pedrosa - José María Montenegro, fue el que
prácticamente terminó de vender y negociar todo lo que poseían, primando
siempre a los caseros, arrendatarios, y gentes que se interesaron por los
bienes que pasaron por tantas generaciones a lo largo de cerca de cinco siglos,
patrimonio que estuvo entre los grandes de los nobles, y entre los hidalgos de
todo un extenso territorio.
Esta casa noble, llamada “principal” sería comprada en los sesenta por los padres de los actuales dueños de hoy, José Manuel y su esposa, a los que siempre estaré agradecido por todas las facilidades dadas en su día, para ver todo aquel extenso archivo que quedó en la casa de los marqueses. Un agradecimiento grande para los actuales marqueses por toda su atención y por la entrevista concedida, aportando gran cantidad de datos.
4.- PAZO DE COTÓN.
El pazo es un edificio del siglo XVII, estuvo vinculado a la Casa grande de Puebla del Deán, también incluido en el mayorazgo de Paizás.
Tiene muros de sillería, alta chimenea
con curiosos acabados. En la fachada, destacan el balcón con sus balaustradas
de piedra, la escalera lateral también con barandas de piedra, la puerta con
molduras decorativas y su gran escudo; con un armonioso techo de cuatro aguas,
quedaba formado este conjunto arquitectónico. Consta de planta baja donde se
encontraban el establo para la caballería, los aposentos para el servicio, la
cocina principal, leñera y un apartado para almacén. Había también una escalera
interior que comunicaba con la parte alta, la planta de arriba estaba
principalmente destinada a la vivienda principal, también albergaba el cuarto del
despacho del Sr. y una sala grande donde
se reunía la familia en ocasiones especiales y un cuarto donde hacían sus
bordados las mujeres de la casa.
Detalle del capitel, del cruceiro que permanece junto al pazo. |
Hoy
podemos ver allí en la plazuela de Penin en la parte norte, un hermoso cruceiro
y la fuente a su lado. El cruceiro a buen seguro que es el mismo del pazo,
ubicado cerca del primitivo, la fuente tampoco corresponde a la original ya que
la estructura es del S. XX. Por el lado del saliente le separaba el camino
principal de entrada y salida a la villa, y muy cerca estaba el hospitalillo
para peregrinos, actualmente aun encontramos algo de sus paredes exteriores y
parte de lo fue la fachada principal muy parecido a como hace cuatro siglos.
5.- Genealogía del pazo de Coton.
Una vez terminada la sucesión Carantoña, fallecidas las cuatro hermanas, heredó Andrea, hija de Antonia y Rosendo, al no haber hermano varón, pasaron los vínculos creados por sus antecesores a ella, hasta su fallecimiento en el año 1726.
Aun así, Pedro Gerónimo quiso hacer un último intento de seguir en posesión del pazo, por lo cual cuando se casó vinculó el Pazo de Cée al de la “casa grande de Puebla del Deán”, de donde era su mujer. Consiguió alargar algo más el tiempo, pero tuvo que dejárselo al nuevo propietario, que era el Sr. Porrua.
Por el año 1730 vivía en Cee, D. Mauro Pérez de Porrúa, persona de
reconocido prestigio, quien como administrador de aduanas y recaudador de los
ingresos provinciales de Cée, Corcubión y Muxía, recibía un salario de 2.200
reales, sin contar otros muchos ingresos importantes.
Era hijo de Francisco Pérez Porrúa,
familiar del Santo Oficio, y de Catalina Bermúdez de Castro. Contrajo
matrimonio con Leonarda del Villar
Porrúa, del pazo de Monteagudo (Codesada). Tuvieron dos hijos: Félix y Leonardo Pérez del Villar,
que murieron sin sucesión. La herencia de Mauro se la llevó una hija que
tuvo fuera del matrimonio, o por lo menos es la versión oficial y así parece
ser que consta en el testamento.
Por motivos que nunca quedaron muy claros, aun sabiendo que la casa pazo pertenecía a los Carantoña, Porrúa pudo demostrar que él era el sucesor del Mayorazgo de Paizás que fundara Sancho Bermúdez y su mujer Alverta Álvarez, siendo su abuelo paterno, Francisco Pérez de Lema y María Alonso de Porrúa, dueños de esa casa, y sus abuelos maternos, García Lois de Lema (de Berdoyas) y de Lorenza Bermúdez, donde los herederos fueron agregando bienes, a la casa antes citada, lo mismo con el derecho correspondiente a la renta que proporcionaban “os muiños da laxe” en Carantoña, también heredad de las hermanas.
Aún así, este administrador llegó a un principio de acuerdo con Pedro Gerónimo, al demostrar que era heredero legal tanto por la línea de su padre, por la rama de los “Pérez” residentes en la casa de Paizás, y por parte de su madre, los Bermúdez de Castro, casa de Torre de Penela, (Cabana de Bergantiños) y así se puede ver en el blasón que tiene la noble casa de Cée. De este modo, D. Mauro sabiendo que la otra línea era la de los Carantoña, la cual representaba Pedro Gerónimo, acordaron que, a partir de ahora, él era el dueño de esa casa salvo que la Justicia dijera otra cosa.
Desde 1736 aproximadamente, Dn. Mauro con su familia se
hace cargo de su nueva casa, él vivía en Cée desde hacía bastantes años, ya
que su padre paso algún tiempo residiendo aquí, debido a su cargo como
representante del arcediano de Trastámara, además de que desempeñaba su trabajo
de administrador de aduanas en esta villa.
Por el año 1747, ya fallecidos sus padres, algo más tarde su
esposa, que era algunos años mayor que él, entra en esa casa como criada mayor[4]. María de
Canosa, oriunda de la parroquia de Santiago de Ameixenda (Cée).
[4]
María
Canosa, se sabe que estaba de criada en casa de D. Mauro, y fue con muchas
posibilidades, quien una hija que ella tuvo, heredaría casi todos los bienes del
Señor, aunque según el testamento, dice que son para la hija habida fuera de su
matrimonio, dejando así dudas de si sería o no, la criada.
Escudo que puede verse casi cuatro siglos después en la casa noble que perteneció a los Carantoña, después pasó a los Leis, Lema y en la última etapa, a los Porrúa y Cotón Martínez. En cada cuartel vemos alguna de las familias con las que se unieron los Carantoña, aquí vemos, los Caamaño, Rio Boo, Pardiñas y Bermúdez de Castro.
A principios de 1750 se conoce la noticia, “la criada de Dn. Mauro tuvo una niña”. Tampoco se supo mucho más de todo el tema.
El tiempo siguió su curso y tanto María
como su hija Inés[5]
siguieron en la casa al cuidado de todo lo que el Sr. ordenaba, siendo las dos,
personas de la mayor confianza.
A mediados de 1767 fallece Sr. Porrúa, persona muy conocida en toda la comarca, tanto por el trabajo que ejercía como por los muchos bienes que poseía. Sucede en el cargo su hijo Félix Pérez del Villar, casado en el año 1740, pasó a vivir en Cée, el cual hereda el mayorazgo de Paizás y la casa pazo mientras viva, en caso de no tener descendiente pasaría a su hermano Leonardo[6], cinco años más tarde fallecería el, que tampoco dejó sucesión y así todos los bienes pasaron a su media hermana Inés.
En lo que se refiere a la casa pazo, decir
que, fallecidos los Porrúa, la nueva heredera, tuvo que hacer frente a la
realidad, poco después de fallecer Félix, también se fue su madre. En el año
1783 se une en matrimonio con Cándido Canosa, vecino de Cée. Era una persona
muy conocida por el almacén que tenía en la plaza, junto con su socio Francisco
da Viña, era este almacén un referente para todo lo relacionado con el mar y
telas de todo tipo, en la parte alta estaba la vivienda donde Cándido vivía con
Inés.
[5]
Inés
Canosa 1755 – 1820. Hija de María, de la que se hizo cargo D. Mauro, dejando
casi todos sus bienes a esta hija que tuvo fuera del matrimonio. Hay algún dato
que dice que el nombre de la hija que tuvo D. Mauro, se llamaba Isabel. Con
todas las cautelas, quiero inclinarme por Inés.
[6]
Leonardo Pérez del Villar era
juez en la villa de Cée, cuando se vio envuelto en un episodio familiar muy
desagradable para la familia y para él, debido al cargo que ocupaba. Leonardo
Porrúa, hijo de Mauro Pérez Porrúa y de Leonarda del Villar Porrúa, casó con
Luisa González Becerra, esta hija de Gonzalo del Villar y Juana Porrúa, del
pazo de Monteagudo, (A Estrada).
Un año más tarde nacería su hija[7], que llevó el mismo nombre que su abuela. María Canosa Canosa, años más tarde y tras el fallecimiento de su madre, hereda una importante fortuna en bienes e inmuebles, heredad que le quedó por testamento de Mauro Perez de Porrua. De su matrimonio tienen una hija, alternaban su residencia de Corcubion, con la casa que Cayetano adquirió por un acuerdo con José Antonio de las Riveras en el lugar de Vilanova, feligresía de San Cristóbal de Codesos (Cée). La casa pazo al fallecer Inés en año 1820, pasó a su hija Josefa que tenía unos once. A partir de entonces sus padres comienzan a preocuparse por todos los bienes y hacerse cargo de sus rentas hasta que ella contrajo matrimonio en el año 1834.
[7] Maria Canosa. 1784-1850. Nacida en Cée, contrae matrimonio por el año 1808, con Cayetano Martínez. 1784-1856, vecino de Muros? Cayetano llega a Corcubión por el año 1806 como funcionario de Correos, pocos años después es nombrado jefe de esa Oficina. Tiene su residencia en Corcubión, donde nacería su hija M.ª Josefa.
María Josefa Martínez Canosa, 1809-1888, nacida en Corcubión, poseedora de una importante fortuna, contrae matrimonio con el licenciado, Manuel Vazquez Castiñeira, 1800-1887, natural de San Martín de Castrelo (Vimianzo), se casaron por el año 1834, pasando a ocupar la casa pazo, que quedó de Mauro de Porrua. Realizaban préstamos con pactos acordados, y regulares intereses en aquellos años, bienes unos de María Josefa Martínez y otros de su esposo.
Tuvieron como hijos a:
1.- Jeronimo, 1836- 1898.
2.- Luciano, 1837 -1910.
3.- Cayetano, 1840 -1912.
4.- Dolores, 1843 -1907.
5.-Francisco, 1846- 1916.
6.- M.ª Emilia, 1851-1906. (que sigue)
María
Emilia Vázquez Martínez.
Al fallecimiento de sus padres pasaron casi todos los bienes a ella. Nacida en
Cée en 1851 se casó en 1876 con José
Cotón y Pimentel (Santiago, 1853-1909).
José Cotón y María Emilia Vázquez formaron
la clásica familia rentista: tenían caseros, alquilaban casas, hacían arriendos
de fincas rústicas, poseían contratos de foros y animales dados a medias, lo
que conocemos como “aparcería”. Sus propiedades les permitían vivir como
burgueses.
Tuvieron por hijos a: Manuel, 1877, Aurelio,
Eduardo, Julia, 1885, Fernando,
Carmen, Luis, José, 1887, Emilio,
1892.
La mayoría de los hermanos emigraron a
diferentes países de América, a México, Cuba y Argentina, principalmente. José
Cotón sufrió el peso de la ausencia de sus hijos emigrados y el ver que toda la
fortuna junto con una parte de su familia desaparecía.
En mayo de 1893, José Cotón y Pimentel, cuando era alcalde de Cee,
recurrió a su vecino, el rico propietario Juan Cereijo Fernández para
solicitarle un préstamo de seis mil pesetas, aportando como garantía la casa
pazo, exigiéndole el prestamista una póliza de seguros contra incendios para
formalizar la operación, señal de que el declive surgía imparable, que llegaban
las horas bajas pasando de prestar a ser prestado.
Su hijo Manuel y las hijas fueron las que le cuidaron en sus últimos momentos. José falleció en Santiago a los 56 años.
Años después, como Manuel y sus hermanas
fallecieron célibes, todas las
propiedades de Santiago y del Pazo de Cotón pasaron a manos de las mujeres que
les cuidaron. De los hermanos emigrados nada se supo.
En fin, una familia de lo más solvente de la villa de Cee, donde era casi imposible vaticinar este triste final; aunque en este tipo de familias acaudaladas, era muy común terminar con lo que se consiguió durante cientos de años, capaces de hacer desaparecer todo lo conseguido por varias generaciones.
Esta casa pazo, o también llamada “noble
casa” desde 1876 y por el matrimonio de M.ª Emilia con José, es conocida por
“El Pazo de Cotón” y así sigue en la actualidad, a pesar de que en la década de
los setenta pasase a manos de la familia Creus Andrade.
Hasta aquí la historia de la otra de las casas nobles de Cée,
casi cuatro siglos y ahí sigue con la ilusión de seguir, quien sabe… Quizá, aún
queden muchas más cosas que a buen seguro, quedan dentro de sus robustas y
fuertes paredes, que al igual que la calle en la que se encuentran las dos
edificaciones, pasaron de ser la preferida de mucha gente para abrir un
negocio, hasta llegar a dar la sensación de ser una calle que quedó dormida en
el tiempo, quizá parte de la culpa la tenga tanto modernismo que todos sabemos hacia
dónde camina, pero nadie sabe a dónde va. Ojalá, algún día estos deseos fuesen
realidad.
Documentación estudiada y consultada.
Libro “de Alonso de Lema al marquesado Villaverde de Limia”.
Luis Ferro y José Bertolo, compañeros de
varios trabajos e investigación de casas fidalgas y en Codesada.com.
Luis Lamela, escritor e investigador de gran parte de nuestra historia, y autor del artículo: Una familia en el Pazo de Cotón.
Fotografías y documentos, archivo autor.
Escrito y realizado por, c. castro. paul. junio 2020, ampliado en septiembre.
Mi aplauso sincero, Paulino. Un gran trabajo. Siglos de historia reducidos a unos folios que merecen ser leidos por mucha gente.
ResponderEliminarLo dicho, admiro tu tesón y tu saber manejarte en el difícil arte de la heráldica y de los linajes.
Enhorabuena por este trabajo. Luis Lamela.
Muchas gracias Luis, tuve que publicar tu comentario con mi entrada ya que no quería acabar de entrar.
EliminarRamón de Meseenger para bloc. Gracias, Paulino. Muy interesante tu blog. Recoge lugares que he visto desde los primeros días de mi nacimiento e intrigaron mi pensamiento durante los primeros años de mi juventud.
ResponderEliminarRamón de messeenger para blog. Gracias, Paulino. Muy interesante tu blog. Recoge lugares que he visto desde los primeros días de mi nacimiento e intrigaron mi pensamiento durante los primeros años de mi juventud.
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