importante

jueves, 31 de agosto de 2017

Ramón Pais Romero, nombres propios (II)


(Corcubión pequeñas historias de una realidad)

Ramón Pais Romero.
Mestre xubilado, Conselleiro da Primeira Xunta de Galicia


Paulino Castiñeira Castro


Los orígenes de Corcubión se pierden en la niebla de los tiempos. Enclavado en territorio de los “Nerios” o “Yernos” pudo haber sido el “Portus parvus artabrorun” de los primeros geógrafos. El nombre parece proviene del vasco “Kolcos-rrubión” que significa ensenada de buenas aguas; si bien otros lo buscan en el sánscrito “cor” villa, o en el céltico “coryun” punta; quede el lector con el de su agrado, si bien parece que todos tienen alguna aplicación.

Entierro de Dn. Francisco Sánchez, 24-10-1963.  foto Caamaño.

En principio la villa perteneció a los Condes de Traba, pero en el S. XIV pasó al Condado de Altamira, que designaba el juez y cuatro corregidores, nombrando el pueblo otros cuatro; tenían además la potestad del “derecho de presentación” del cura párroco, siendo el último nombrado por tal procedimiento el recordado Dn. Francisco Sánchez y Gómez-Aldanza, fallecido hace unos treinta años y de tan fausta memoria.

En aquella época Corcubión tenía importante marina que comerciaba con Italia, principalmente con la república de Venecia, de donde procede la imagen de San Marcos entronizada como patrono del pueblo que, con anterioridad había sido san Andrés do Canle, cuya iglesia dícese estaba emplazada en una hondonada del monte de San Andrés, al N.O del pueblo, en terrenos que hoy se llaman del “iglesario” y si hay quien sostiene que allí existió el antiguo templo, yo debo manifestar que, pese a buscar con insistencia nunca encontré restos o vestigios del mismo.


El templo actual levantado próximo al Palacio de Altamira, tiene la torre principal construida después de 1.885 como consecuencia de ser destruida por un rayo cuando se celebraba la festividad del día de San José y, pese a estar lleno de fieles no hubo una sola víctima, lo que entonces se consideró un milagro. Tiene la iglesia la particularidad de poseer un gran rosetón pero, contrariamente a la mayoría de las iglesias o catedrales que lo construyeron en la fachada principal o de entrada, la de Corcubión lo tiene en la parte posterior. Como anécdota por haberla vivido, contaré que durante las obras de restauración en el año 1.967, siendo párroco Ramón Beiro, una mañana el arqueólogo que dirigía las obras, Salvador Ares, comentó que tenía la impresión que detrás del altar o retablo principal podía ocultarse “algo interesante”, así indicó a uno de los obreros que quitaran algunos maderos y al momento aparecieron los nervios radiales del rosetón que hoy adorna y da luz natural a la parte posterior de la iglesia y que hasta entonces estaban todos los huecos rellenados con pedruscos y cascajo, ignorándose la época en que tal error se cometiera. Algo parecido ocurrió con la hornacina donde está colocado San Marcos: Una tarde los obreros que picaban el muro para sacarle la cal de que estaba recubierto, descubrieron un arco que, resultó ser el que rodeaba la
hornacina y una vez vaciada de pedruscos al igual que el rosetón, que llenaba toda la oquedad, se decidió como lugar ideal para colocar la imagen del Santo Patrón, pues hasta ese momento había dudas donde situarlo.

Al ser Corcubión capital del Partido Judicial, aquí residieron todas las autoridades inherentes a la categoría y a la importancia que el puerto ha tenido, Administración de Aduanas, Estación Marítima Sanitaria con secretario intérprete, Distrito Marítimo, varios consulados extranjeros:
Inglaterra, Francia, Portugal, Grecia, Noruega, Argentina, Alemania... .


Plácido Castro, persona muy influyente en Corcubión y para toda
esta comarca. Al igual que pasa hoy día, las disputas y rencillas políticas
 se encargaron de paralizar el desarrollo de esta villa
 
El puerto adquirió gran renombre a principios del siglo, cuando el industrial Dn. Plácido Castro Rivas, hombre de grandes luces y proyectos estableció los depósitos flotantes de carbón, donde abastecían los buques de todas las nacionalidades que recalaban en el Cabo Finisterre y llegó a tener tal importancia que, solo Gibraltar, en toda la península podía competir con Corcubión en el suministro de carbón y, teniendo en cuenta la época en que la marina inglesa era la dueña de los mares. Para facilitar la entrada en la ría construyó Dn. Plácido y a su costa, la torreta del Carromeiro Chico y otras señalizaciones, y aún hoy son de actualidad las cartas marinas que él patrocinó de todo el entorno de la bahía con las distintas calas, bajos, enfilaciones...

Igualmente de su pecunio 50.000 pts, hizo la carretera de Cée al Ezaro, esperando la construcción del puente que, llegaría desaparecido él, unos 35 años después. Entre sus grandes proyectos estaba el ferrocarril Coruña – Corcubión, la Base Naval de submarinos y la Escuela Naval, que luego se construyó en Marín.


Las gestiones con el Presidente del Gobierno Cánovas del castillo, y políticos de entonces, Romero Robledo, Eduardo Vicenti, Fernández Villaverde, o el Director General de Aduanas Enrique Pfliery, asturiano quién, por tal circunstancia, se oponía abiertamente a la importación del carbón inglés en beneficio del de su región, resultaron altamente beneficiosos para los intereses de nuestro puerto y comarca. Pero cuando pretendió ser diputado por el distrito de Corcubión para tener más fuerza en las gestiones a realizar, un grupo de políticos de la comarca dirigidos por Dn. Manuel Miñones Barros, hicieron causa común para oponérsele y lo lograron;







Corcubión como  capitalidad judicial tenía por aquel entonces Administración de 2º clase, llegando aquí barcos de muchas nacionalidades.

perdiéndose posiblemente la gran ocasión del pueblo y la zona. Dn. Plácido, nativo de Finisterre que llevaba residiendo en Corcubión más de treinta años, optó por marcharse, en 1.917 traspasó la industria a la Compañía General de Carbones, dirigió un amplio manifiesto al pueblo justificándose y pidiendo a la Corporación, le dieran de baja en el padrón municipal. Otro personaje muy ligado a Corcubión por haber pasado aquí años de su niñez y juventud es Alberto Insua, literato universal, nacido en Cuba en la época colonial y que dedica a nuestro pueblo elogiosos pasajes en muchos de sus libros. En el primer tomo de sus memorias dice “ Mi primer viaje a Corcubión, en diligencia desde La Coruña exigía varias horas de marcha, con cambio de tiro en Arteijo, Carballo, y Vimianzo... altos árboles, hondas tierras de sembradura, cerros suaves, prados en que iba evaporándose la niebla, yo lo aspiraba y olía antes de verlo... en Corcubión aparecía la Historia y el Prodigio”. La diligencia a la que se refiere Insua, es “LA LEALTAD” creada en los años noventa del pasado siglo por un grupo de emprendedores corcubioneses: Paulino Verea Quintana, Anselmo Barrientos, Manuel Pomiano Carranzo, Manuel Miñones Barros, Francisco Ramón Caamaño, Juan Díaz Fernández, Clemente Lastres, José Moar Porto, Ramón Pais Mariño, - mi abuelo – “ que se tomaron la iniciativa para poner fin a un estado de cosas verdaderamente lastimosas...... para hacer el viaje con comodidad, prontitud y apacible... ”.

En 1.809 el pueblo fue quemado por los franceses y, parece que ayudó a la destrucción el bombardeo por buques ingleses para desalojar a los huéspedes de Napoleón, de la localidad; pese a ello, se conservan algunas casa señoriales con sus escudos que hablan de tiempos de nobleza.
Las fiestas de Las Mercedes instituidas en 1.850 por la cofradía de su nombre, en un principio la procesión se iniciaba con una barca sobre ruedas de unos 8 m. del corte de una galera del S. XVI transportando a la Virgen, con sus tripulantes unos niños vestidos de ángeles y otros de cautivos redimidos y acompañando al cortejo la tradicional danza de las espadas.
Hasta los años sesenta, el puerto exportaba maderas, apeas para minas asturianas, y madera elaborada para los puertos de del sur y levante, siendo con Villagarcía los puertos de Galicia que más madera embarcaban. Para las atenciones de la comarca, el comercio se hacía con Vigo, de donde se traían las mercancías en veleros entre los que se encontraban: Trabillá, Finisterre, Elena, Monte Louro, Unión Comercial... .
En 1.837 llega a estas tierras en propaganda evangélica y vendiendo biblias el inglés Jorge Borrow, y dice: Corcubión es una villa prócer con numerosas casas blasonadas donde habitan hidalgos del fuste de los Pol, Figueroa, Diego Ruiz que defendió la villa contra los franceses, Porrua y Escaja, gentes de mar que lucharon contra la piratería.El catedrático Álvaro de las Casas que en 1.935 narra las andanzas de Borrow, cuenta como el infanzón D. Francisco de Navas y Espínola, acusado por un criado de haber enterrado un crucifijo en la cuadra, por lo que fue llevado ante el Santo Oficio, viéndose perdido se ofreció a la Virgen.
Aconteció que pudo demostrar su inocencia y cumpliendo la promesa construyó en la parroquial la capilla del Carmen, cuya leyenda aún hoy es legible y donó la imagen donde aparece la Virgen extendiendo un manto bajo el que se cobijan dos monjas carmelitas representando a sus dos hijas que ingresaron en un convento de la orden en agradecimiento a la salvación de su padre.   

           



 Algo tan sencillo y tan lindo al mismo tiempo, presumía Corcubión por aquel entonces y durante muchos años más. Quedaba reflejado en esta foto de Gervasio del año 1956.

Actualmente Corcubión pasa, sin duda por un momento en declive, no se si el peor de su historia, pero si el peor del siglo que finaliza. Confiemos que el esfuerzo de todos, junto y solidario, logre la importancia y crecimiento que sin duda merece, pensando más que en localismos trasnochados en la fraternal cordialidad con las demás villas y entre las diversas facetas mirar al turismo que sin duda es una industria más que del porvenir ya del momento, para la cual es preciso presentar unos pueblos cuidados al máximo, limpios, pulcros, ajardinados... bellos, como ocurría hace un cuarto de siglo, cuando Corcubión era admirado por todos los visitantes y lograba premios de embellecimiento provinciales y nacionales, llegando a ser el pueblo más premiado de España. Quedan reflejadas en estas notas o retazos pequeñas historias de Corcubión. Entiendo que admirar el pasado, contemplar su perfección, conocer las condiciones de su obra, su vida, su historia, su nacimiento y decadencia, es un goce revitalizador, que en esta ocasión y gracias a la Filatelia puedo dar a conocer un poco más.



 Visita de D. Juan de Borbón a Corcubión, Ramón Pais, segundo por la izquierda, a su lado D. Juan y D. Francisco, entre otras autoridades. Hay que decir que esta  visita fue debido a que D. Juan, iba en barco, rumbo  a  Inglaterra para asistir a la boda de los duques de Kent en 1961, y el barco entró de arribada en Corcubión.


Fue nombrado alcalde de Corcubión en 1959 y permaneció en el cargo hasta las primeras elecciones democráticas. Perteneció al Partido Gallego Independiente y el 18 de abril de 1978 fue nombrado Consejero de Educación en el primer gobierno pre-autónomo presidido por Antonio Rosón , se mantuvo en este cargo durante 20 años, hasta las primeras elecciones democráticas, que perdió por un escaso número de votos. Se convirtió así en una de las pocas personas que logró ser regidor sin pertenecer al movimiento. Lo consiguió gracias a su labor previa en favor del pueblo, con el que colaboró en numerosas actividades, como por ejemplo la recaudación de ingresos para las fiestas, o como encargado del equipo de fútbol local.
Maestro, trabajó en Asturias donde  conoció a su mujer, en los años cuarenta, hasta que en 1951 obtuvo la plaza de la Escuela de Orientación Marítima en Corcubión . Más tarde fue director de la Escuela "José Carrera". 

 Falleció el 7 de Marzo de 2001, siendo enterrado en el cementerio parroquial de San Adrián de Toba, de donde fue originaria su madre.



 De Ramón Pais, para la Mostra Filatélica de Corcubión del año 1999.

publicación de c.castro paul, agosto de 2017.