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viernes, 9 de octubre de 2020

El Correo y la Emigración hacia, América.

 


El Correo y la Emigración hacia, América.
(Memorias de un sueño).

 

Por: Paulino Castiñeira Castro.

 

 Mi querida tierra, mi tierra querida
os llevo en mi alma, toda mi vida
sí me dan a escoger, ya sé lo que haría
un trozo de Galicia y Asturias y otro de Argentina.

  (Martín, hijo menor de la familia Iglesias López, 1956).

 

 

Su pequeña mano con un continuo movimiento y un pañuelo blanco que aguantaba con todas sus fuerzas, el muelle estaba repleto de gente que poco a poco iban entrando para el barco que los llevaría a las Américas.

Rosalía acababa de cumplir los diez años, su madre quiso que le acompáñese para despedir al padre que al igual que otros muchos vecinos, querían buscar un medio de vida mejor. Rosalía con los ojos llenos de lágrimas, la voz entrecortada, se despedía a su manera, pero con unas emotivas palabras que salían de lo más profundo del corazón:

 

Aburiño mi padre, ata pronto papaiño,
que sexa boa a viaxe, nesa longa travesía,
e cándo xa estedes nas Américas,
non olvidedes, que eiquí queda a vosa familia.

 

Era esta vez Rosalía, podía ser Marina, Carlos o Miguel, tantos que sería casi imposible mencionar a todos, sabiendo que entre 1885 y 1930, más de 900.000 gallegos se dirigieron hacia América.

Introducción.

Fue tan continuo y constante el movimiento de gente que en el último tercio del S. XIX comenzó a abandonar nuestro país, que hubo momentos en que las autoridades gubernamentales llegaron a temer por un desequilibrio poblacional en algunas regiones y, sobre todo, poblaciones. La aplicación de las leyes fue reducida. La administración española no fue capaz de hacerlas cumplir y mostró una gran ineficacia en materia protectora del emigrante. Las mayores restricciones planteadas por la legislación iban principalmente dirigidas a evitar la huida del servicio militar, ya que los jóvenes incluidos en el grupo de los que tenían que hacerlo, suponían el principal flujo migratorio.

Cuando comencé a preparar este artículo sobre la emigración, no podía imaginar lo que te puede deparar la vida, ni siquiera en lo más profundo de tus pensamientos. Era el año 2004, estábamos pasando unos días por Asturias y acordamos mi esposa y yo, buscar un lugar céntrico, para tener más a mano lo que pretendíamos conocer, y encontramos un establecimiento rural, situado en el valle de las Luiñas, un paraje encantador y además teníamos cerca, la playa de San Pedro, del Silencio, cabo Vidio y cabo Peñas, Cudillero y el Palacio de Selgas, no haciendo mención a otros puntos de interés, ya que, si cada uno tiene su particularidad, el siguiente lo supera.

El gerente del hotel nos informó ampliamente de lo podiamos ver por la zona, hay que decir que, una maravilla de persona y una atención exquisita con todos los que allí parábamos, mil gracias Pepe. Uno de los dias fuimos a visitar el Museo del Pueblo de Asturias en Gijón, su misión, la conservación y difusión de la memoria del pueblo asturiano. Sus fines son enriquecer los bienes del patrimonio cultural de Asturias; destaca sobre todo por la cantidad tan extensa de diferentes tipos de material etnográfico y documentos personales y familiares de archivos de casas nobles y campesinas; correspondencias de emigrantes asturianos en América, o la fototeca de Asturias, integrada por archivos de fotógrafos profesionales y aficionados, periódicos y revistas, colecciones familiares y fotografías sueltas tomadas por asturianos o foráneos que trabajaron en Asturias, etc.

Tengo que decir que todo lo que allí se expone está tratado con todo cuidado y accesible para que podamos ver con todo detalle, pero mi curiosidad se fue desde el primer momento al apartado que está dedicado a las cartas para el estudio de la antropología y la historia, y para la investigación de las sociedades tradicionales. La información proporcionada por la correspondencia de varias familias de emigrantes asturianos en América, así como los sentimientos y la percepción de la realidad de todos ellos a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Como era costumbre, de todo lo que visitábamos, yo tomaba mis notas y algunas fotografías si era posible, casi siempre, una vez en casa, ordenaba todo y quedaba esperando una ocasión para sacar a la luz. Pero el destino tomó otro camino con el que no podía ni imaginar; tenía algunos temas ya avanzados, un libro publicado y el segundo a la espera de los correspondientes registros, salió a principios del año 2008, estando yo aún en hospital luchando entre un futuro incierto, las noticias no eran muy alentadoras debido a que la lesión medular era muy alta, pero mientras hay vida, hay esperanza, seguí adelante, con el apoyo incondicional de mi esposa y nuestro hijo. Fueron muy duros los siguientes años, creo que mereció la pena luchar y seguir luchando día a día. Me pongo ahora en la piel del emigrante, más aún en aquellos años tan duros en donde solo había esas dos opciones, renunciar a todo y aventurarse a buscar una nueva vida, o seguir estancados a la espera de lo que esta, les deparase.

De todo este apartado, el director del museo por aquellos años era, Juaco López Álvarez, hizo un trabajo extraordinario del que una de las muchísimas cartas que hay, escogí esta que expongo en este trabajo, y queriendo guardar las mismas normas que el hizo de acuerdo con varias de las familias, a los protagonistas de esta historia les he cambiado sus nombres verdaderos, con el fin de preservar su anonimato.

La Emigración hacia América

1.       1. Puertos de la Emigración.

2.      2.    Ritmo migratorio para América.

3.      3.  Condiciones del trasporte y el pasaje.

4.     4.   Los Barcos protagonistas y Navieras.

5.      5. Cartas de la Emigración.


1.       Puertos de la Emigración.

[1]En cada uno de los quince puertos autorizados para el embarque de emigrantes (con Vigo y Coruña a la cabeza, seguidos de los de Barcelona, Almería, Cádiz, Santander y Canarias), entre los emigrantes llegados desde “las tierras olvidadas solamente ricas en pobres, soldados y seminaristas de León, Asturias, Castilla, Galicia o los extremos de la Andalucía. Aunque el deficiente recuento de los flujos y la emigración clandestina hacen difícil dar datos más exactos, según fuentes oficiales, 1.295.800 salieron de España para América, a razón de un promedio anual de 43.000 personas.

Pero es en los años inmediatamente anteriores a la Primera Guerra Mundial cuando la emigración desde España se dispara: entre 1910 y 1913 salen 665.000 personas. Iniciada la guerra, las cifras descienden, y las cifras vuelven a elevarse en 1920. Esta emigración masiva fue sin duda facilitada por los avances en el arte de la navegación, el vapor que reemplazó a la vela, y a su vez fomentó el desarrollo de la industria naval y de la marina mercante. Los barcos trasatlánticos y los puertos desde los que partían fueron coprotagonistas de este fenómeno social. Aunque el epicentro de la odisea migratoria se sitúa en las largas jornadas de travesía marítima, caracterizada por las condiciones infrahumanas de los buques, la suciedad y el hedor de las bodegas, la humedad de las literas, el ruido infernal de los motores, el extremo frío o el calor asfixiante, según la estación y por el alimento insalubre que recibían.

Tras la flota levantada por el Marqués de Campo en la década de 1880, las navieras españolas más destacadas de esas décadas migratorias fueron la Compañía Trasatlántica Española, con sede en Barcelona, fundada en 1881 por Antonio López y López, Marqués de Comillas, la Pinillos e Izquierdo y la A. López, de Cádiz; y las compañías anglo-bilbaínas: la Ybarra, en Sevilla, y la Sota y Aznar, en Bilbao.



[1] Los barcos de la emigración, mitramiss.gob.es. Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social.


Tarjeta postal del puerto de La Coruña a principios del S. XX, el crucero Cabo Sacratif de la compañía Ibarra, era uno de los barcos de la emigración para América. Fotografía, cortesía de Vicente Luis Sanahuja. El CABO SACRATIF; entregado en 1.909; con matrícula de Sevilla; construcción de acero, de 80,47 metros de eslora; 11,46 de manga; puntal 7,25; calado máximo 6,32; 2.162,92 TRB; 1.324,57 TRN; 3.435 TPM; 5.000 toneladas de desplazamiento; 1 maquina alimentada por dos calderas de vapor trabajando a 12,6 kg de presión; potencia de 187 nhp o 748 ihp que les permitían una velocidad en carga máxima de 9 nudos. El buque, en la posguerra mundial, hizo frecuentes viajes a la Argentina y a Uruguay, trayendo grano y encurtidos al necesitado mercado nacional, fue desguazo en 1962, después de una larga vida marítima.

2.       Ritmo migratorio para América.

[2]La afluencia de gallegos hacia América será masiva a partir de la década de los ochenta del S. XIX, cuando los nuevos medios de transporte y las cadenas migratorias constituidas anteriormente facilitan una fuerte atracción hacia esas tierras. El ritmo migratorio no es homogéneo sufre oscilaciones producidas por diferentes coyunturas históricas en Galicia y países receptores e incluso en el ámbito internacional. Entre 1885 y 1930, más de 900.000 gallegos se dirigieron hacia América, suponiendo muchos años más del 50% del total de la emigración española. A partir de 1931 se aprecia un pronunciado descenso de la emigración. La gran crisis económica mundial de 1929. Los puertos de salida fueron: La Coruña, Villagarcía-Carril y Vigo.

Fotografía cedida por Pinterest.es, principios del año 1900, desde el puerto de Vigo, cargado de emigrantes para América donde la gente se aglutinaba a lo largo y ancho de la cubierta mientras no los iban alojando en los camarotes o compartimentos que les correspondía según fuese la clase en que viajaban.




[2] Profesor, José Ramón Campos Álvarez. Univ. Vigo.


El primero tiene mayor volumen de pasajeros hasta principios del siglo XX, cuando Vigo se convierte en el puerto más importante a partir de entonces. De la Coruña sale mayor número de emigrantes hacia Cuba (80%. La mayoría proceden de las provincias de La Coruña y Lugo. De Vigo parten hacia Argentina (66%, y un 40 para Brasil y Uruguay, por aquí salen orensanos y pontevedreses, la proximidad del puerto va a influir en la elección del país de destino.  La aplicación de las leyes fue reducida, las mayores restricciones planteadas por la legislación iban principalmente dirigidas a evitar la defección del servicio militar, ya que los jóvenes incluidos en el grupo de los que tenían que hacerlo, suponían el principal grupo migratorio. También ponía trabas a la salida de las mujeres y niños, la Ley de emigración de 1907 liberó a la emigración de muchas de las trabas existentes, reconociendo la libertad del español para emigrar. Solo prohibía emigrar a aquellos que estaban haciendo el servicio militar, lo que permitía abandonar el país sin permiso a los mayores de 15 años. Sin embargo, sí necesitaban permiso las mujeres casadas y los menores de edad que viajaran solos. La clandestinidad fue constante y de difícil estimación ya que embarcaban en otros puertos fuera de España, o con papeles falsos, y otros como polizones.


3.       Condiciones del Trasporte y el pasaje.

Las condiciones de la travesía eran muy malas y el emigrante era objeto de todo tipo de abusos. A partir de 1880 predominan ya los buques de vapor, por lo que se reduce considerablemente la duración de los viajes. Pero la masificación, propiciada por los armadores para reducir costes y la escasez de protección oficial hacen del emigrante una víctima que soporta lo que le echan con el mayor estoicismo. La modernización de los transportes favoreció la salida masiva de emigrantes, ya que al disminuir la duración de los viajes y abaratar costes, hace aparecer la "emigración golondrina" o de tipo estacional, muy frecuente sobre todo para ir a trabajar en la caña del azúcar en Cuba. Lugares de destino Argentina, Cuba, Brasil, y Uruguay. Países necesitados de mano de obra barata y personal en los servicios e industrias que se están creando. Además, son sociedades de una gran permeabilidad social.

En la última decada del S. XIX, Cuba recibe el mayor número de gallegos, seguida de cerca por Argentina y Brasil, en tercer lugar. Desde 1912, la mayoría se dirige a la Argentina, que recibió más de la mitad de la emigración gallega a América, más del 70% de los emigrantes de América fueron hombres, es partir de la segunda década del S. XX cuando la mujer se incorpora definitivamente al éxodo. Las mujeres tienen menos movilidad que los hombres, ya que se las impedía emigrar si no lo hacían con algún pariente o eran reclamadas desde América. La mujer se irá incorporando progresivamente a la emigración adquiriendo esta un carácter más familiar.

Tarjeta vía Lissabon año 1890. Archivo del autor, circulada en crucero Lissabon dirigida de Argentina para Amburg, (Alemania), para devolver de nuevo a su origen donde se encontraba el destinatario. El Lissabon de 2.000 Tn. fue construido en 1883 para la Melita Bohlen (Woerman). En 1896.  Pasó a formar parte de la flota de la HAMBURG-SÜDAMERIKAN o Hamburg-Süd.  1907 desguazado.

Hamburg-Süd comenzó en 1871 cuando terminó Hamburg-Brasilianische.  Esa empresa había sido fundada en 1869 por dos firmas de Tyneside, el astillero C. Mitchell & Co. y el armador Watts, Milburn & Co. en conjunto con el agente marítimo de Hamburgo August Bolten.  Los tres estaban involucrados en la formación de Hamburg-Süd.  El registro de la compañía se realizó el 29 de noviembre de 1871, siendo presidente Heinrich Amsinck, cuya familia estaba conectada con Hamburg-Süd durante más de 100 años.  Esta compañía se hizo prácticamente con el negocio marítimo de toda América al incorporarse en 1891, Antonio Delfino como representante.

La edad media de los hombres oscilaba entre los 18 y los 20 años, las mujeres era de 22 años, un altísimo que no llegaba en la mayoría de los casos a la obtención del certificado de estudios primarios. Para muchos emigrantes el puerto de embarque o de llegada fue la primera experiencia urbana. Así, todos ellos después de un viaje transoceánico, se encontraban desorientados en un medio desconocido, donde el mercado de trabajo ofrecía oportunidades para lo que no estaban preparados. Como no eran trabajadores especializados, sus comienzos estaban llenos de dificultades, realizaban las tareas más pesadas, y eran los familiares y amigos que facilitaban el paso más rápidamente de dependiente a patrón, en el campo las posibilidades de ascenso social son menores, las condiciones climáticas hacen muy duro el trabajo, a ello hay que añadir la explotación de que eran objeto los trabajadores del campo. Además, el gallego era reacio a trabajar una tierra que no era suya, primero reclama a la familia, creándose una cadena migratoria entre paisanos que afectaba a pueblos enteros, ya que los emigrados van llamando uno a uno a sus familiares, amigos y vecinos. Para instalarse en una misma localidad o barrio en el país receptor, a veces a lo largo de generaciones. Los primeros emigrantes que llegaban a cualquier país americano, lo hicieron con ofertas de trabajo de instituciones estatales y privadas, que preferían contar con una mano de obra barata, de confianza y dispuesta al sacrificio. Pasado un tiempo el recién llegado se establece por su cuenta y se convierte en empleado.

Las empresas y negocios gallegos irán absorbiendo una importante cantidad de mano de obra, empleando a paisanos. Así muchos ya salen de Galicia sabiendo el trabajo que van a desempeñar a la llegada. Esto facilitará la explotación por los propios paisanos. La movilidad laboral es una característica de estos hombres que cambiaban con frecuencia de trabajo, dependiendo de sus aspiraciones de ascenso económico: dependiente de café, restaurante, carnicería, criado, carbonero, barnizador, albañil, cocinero, alabardero, afilador, vendedor ambulante, estibador... La actividad primordial de los gallegos fue la comercial, como propietarios, accionistas o empleados de hoteles, cafés, restaurantes y almacenes, mayoristas o minoristas.

En Cuba, el dependiente de comercio y el bodeguero fueron el exponente de esta emigración. Así si tenía suerte y era "despierto", de chico de recados pasaba a ser dependiente de primera, dependiente de segunda, y con el paso de los años y a fuerza de trabajo, sacrificio y ahorro conseguiría hacerse socio del negocio, para posteriormente establecerse por su cuenta con la ayuda de préstamos de otros miembros de la colonia15. Los dependientes de bodegas y cafés tenían jornadas laborales de hasta dieciséis horas diarias. El alojamiento solía ser en el mismo lugar de trabajo (en la trastienda de la bodega o en el establecimiento, detrás del mostrador) o en habitaciones compartidas por varias personas. La comida solía correr a cargo del dueño del establecimiento. Ante la explotación de que eran objeto sobre todo los trabajadores de bodegas y tabernas, algunos prefirieron establecerse por su cuenta para lo cual recurren a la venta ambulante de cualquier mercancía, galletas, hielo, carbón, pan ... Estos trabajos a comisión o por cuenta propia ofrecían mejores condiciones de vida y de ascenso social. En el área de La Plata (Argentina y Uruguay) el comercio de alimentación y la hostelería son las actividades principales que desempeñan los gallegos. El gallego almacenero (almacén es un establecimiento de venta de comestibles que muchas veces cuenta con un sector destinado a café o bar) o "bolichero", con una explotación de tipo familiar, con un reducido número de empleados donde eran frecuente los traspasos entre paisanos. Instituyeron el uso de la "libreta" a través de la cual se fiaba el pago de la mercancía a los clientes. A su vez, los almaceneros compraban también a crédito a los mayoristas que también eran españoles. La cadena de almacenes más importante de Uruguay; Manzanares S.A., fue creada por gallegos, y desde el principio mantuvo entre sus empleados un volumen considerable de paisanos. Otras ocupaciones: transporte (conductores y cobradores de los servicios de transporte colectivo y taxistas), sanidad (enfermeros) ... En Uruguay, los gallegos participaron en el proceso de industrialización del país a través de diversas iniciativas relacionadas con la pequeña y mediana empresa. En Brasil, los gallegos poseían la mayoría de las tiendas de comestibles (de "secos e molhados"), restaurantes modestos, casas de préstamo, panaderías y cafés. Las mujeres realizan tareas domésticas en casas particulares, fondas y alojamientos, también trabajan como costureras, sombrereras o niñeras. Algo mejor era la situación de la mujer empleada en casas de personas con las que no tuviesen ningún lazo familiar, las condiciones laborales y salariales fueron mejorando a medida que avanzaba el siglo. Cuando se casaban, normalmente lo hacían con un paisano, juntaban sus ahorros y montan un pequeño negocio, donde ayudaría además de atender la casa, encargarse de la educación de los hijos. 

4.  Los Barcos protagonistas y Navieras.

Carta circulada 5 mayo 1932, de Buenos Aires a Santos. (Brasil). Cortesía de Guillermo Jalil. El V/ Late, hacía la ruta argentina – Brasil, la cual iba dirigida al sr. Enrique, pasajero que viajaba en 1ª clase del vapor Antonio Delfino.

[3]Antonio Delfino era representante de la empresa desde 1894, y en 1922, uno de los barcos fue bautizado con su nombre, este y otros barcos fueron puesto bajo bandera argentina, pero durante las dos guerras mundiales, cambiaron de bandera, alemana-Argentina, pero no fueron respetados por las fuerzas aliadas, pues sospecharon que era un engaño.


Fotografía del viaje inaugural, cortesía de la Compañía propietaria del vapor rápido Antonio Delfino de la Hamburg Sud, botado en 1921.


Botado en 1921, realizó su primer viaje al año siguiente. En 1932 se lo denominó Sierra Nevada de la NDL. En 1943 pasó a la Hamburg SÜD, volviendo a su nombre original, Antonio Delfino. En 1940 fue buque hotel en Kiel y en 1943 en Gotenhafen. En 1945 fue confiscado por Gran Bretaña, en Copenhague. En 1946 se lo denominó Empire Halladale de la Anchor Line. En 1956 fue desguazado.  El barco Antonio Delfino de 13589 toneladas, tenía dos poderosas hélices, había sido construido por A G Vulcan de Hamburgo, botado en 1921, con capacidad para 184 pasajeros en primera, 334 en segunda y 1350 en tercera clase. También era conocido en el Galicia como “barco de la emigración” hizo varios viajes a los puertos de La Coruña y Vigo durante los años veinte.

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[3] Compañía Naviera Hamburg Sud.


4.       Cartas de la Emigración.

Las cartas de América no sólo llegaban a través del servicio de correos, también era común remitirlas por medio de emigrantes de la propia familia, o de la parroquia, que venían a casa, y que a su regreso volvían con otras misivas. Las cartas eran para los emigrantes algo más que un envío o una llegada de noticias; eran también un consuelo. Por una parte, el contar su situación constituía un desahogo muy grande, es significativo a este respecto que en los primeros meses de la emigración las cartas que escriben sean más largas que las de años sucesivos y que se contesten rápidamente las recibidas, a los dos o tres días. Por otra parte, recibir una carta reconfortaba era algo muy importante.

  Testimonio de uno de los hijos de la familia Iglesias López, del concejo de Cudillero, Manuel era originario de Asturias y Elena de Galicia. La familia estaba formada por un matrimonio y quince hijos, de los que cuatro murieron siendo niños. El padre era un emigrante retornado de Cuba, de donde trajo un pequeño capital que le sirvió para reformar la casa que le dejaron sus padres, y poder vivir con cierto desahogo los años últimos al lado de su familia; murió en 1919, dejando en su testamento, que, una vez fallecida su mujer, la casa pasaría a su nieto José, primer nieto habido de todos sus hijos.  La madre era mucho más joven y falleció en 1955 con noventa y cinco años, los once hijos emigraron a distintos países de América. En la casa paterna quedó el primer hijo de José que era el mayor nacido en 1882, tuvo su retoño en 1904, al siguiente marchó el solo para Argentina y en 1907 se fue su mujer acompañada de su cuñado Ramón nacido en 1885, quedando el hijo a cargo de los abuelos. Dos años más tarde se uniría a ellos Francisco nacido en 1888. Pedro, Manuel, Elena y Carmina se fueron a Cuba, donde su padre tenía buenos amigos, Joaquín, Antonio y Jacinto a México. El paso decisivo era juntar el dinero suficiente para poder afrontar el pasaje.

 Coste medio de un pasaje para América, año 1919.

 Documentos del Ayuntamiento 3,00 ptas.

 La cartera carné 1,00 ptas.

 Fotografía 7,00 ptas.

 Cédula 1,00 ptas.

 Juzgado de primera Instancia 3,00 ptas.

 Juzgado de Paz 7,00 ptas.

 Guardia Civil 0,50 ptas.

 Para el bolsillo 20 dólares y un billete de 100 200,00 ptas.

 Pasaje de vapor, impuestos y automóvil á Coruña 687,00 ptas.

 Ropa y calzado y demás 192,00 ptas.

 El sastre la hechura 21,00 ptas.

 Total 1.123,15 ptas.

  

Al fallecer su padre, Martín el más joven de la familia nacido en 1902, decide coger el camino de sus hermanos mayores, con el apoyo de un vecino que gozaba de buena posición debido a los negocios que este buen hombre tenía en Argentina, D. Cándido, se ofreció para responder por el chaval. En 1919 marchó para la Argentina, Martín Iglesias; tenía 17 años recién cumplidos y su viaje fue un cúmulo de contratiempos. Salió de Santander el 27 de septiembre en el vapor Santa Isabel, hizo transbordo para el Reina Victoria en Cádiz, el 3 de octubre, y desembarcó en Buenos Aires el día 29 de ese mes. En la primera carta enviada a su madre[4] desde Argentina le cuenta las peripecias de su travesía, la partida y el viaje en barco, la llegada a América y sus primeras impresiones.



[4]. Carta de Martín, para su madre desde Buenos Aires, año 1919.


 

Buenos Aires a 1 de octubre de 1919

Vicenta López C.

Mi querida madre,

Tomo papel y pluma y paso a contar como le prometí, las penurias de todo el viage que también tuvo sus días de calma y sosiego-

El día 27 salimos de Santander. El mar estaba un poco malo, nos mareamos algo, no fue nada. Llegamos a la Coruña el día 28 por la tarde, salimos el mismo día. Llegamos a Villagarcía a las ocho de la mañana y salimos a las doce para Vigo, yo ya sentía el hambre, llegamos a las 4 de la tarde, salimos a tierra, yo comí como un lovo; por la noche nos fuimos al vapor; por la mañana volvimos a tierra, comimos bien y otra vez al vapor. Yo me compré unas latas de sardinas que valía más que Dios en aquel momento me dejase sin dinero. Salimos para Cádiz el día treinta. El día treinta y uno por la tarde yo me comí las sardinas y por la noche ya no podía moverme, sentáronme en una silla, me dieron mil cosas que enseguida las devolvía, me dieron una purga y me hizo vastante bien. Yo decía que daba la vuelta de Cádiz y gracias a los compañeros que me quitaron las intenciones. Llegamos a Cádiz el día 1 a las 6 de la tarde, hasta el otro día por la mañana no podimos saltar a tierra. Ahora no se disguste que viene lo más gordo. [...] Lo «más gordo» fue que el baúl no lo pude facturar en Santander por llegar tarde, y durante el transbordo en Cádiz se perdió. Fui a reclamar a los marineros y me «dijeron que ya era tarde que mañana se arreglaría eso». Al otro día nos mandan que vayamos a estar con el contramaestre y nos pidió el talón [de la facturación], dije que no tenía y como éramos muchachos y no teníamos talón no hizo caso de nosotros. Cuando vino Don Cándido yo le dije lo que pasaba y dijo que diese una pts. al vodeguero para ver si estaba allí, vaya un consuelo de tripas. Salimos de Cádiz a las 6 de la tarde del día 4, había una tormenta que aquello metía miedo. Los marineros al pasar el estrecho de Gibraltar ya daban el vapor perdido. Los escapularios no los tiré porque no podía, pero sí ofrecí a las ánimas una misa y al manco de la Carril una pts., la misa dará Ud. ahí que cuando pueda se la mandaré. El día 7 llegamos a Canarias, ya no tenía miedo, salimos el mismo día. [...]. Siguiendo mi viaje, después que salimos de Canarias, unos 4, me puse malo que aquello era terrible, me pasé 6 días sin tomar otra cosa que refrescos [que] me traían los de Vidio, lo que es a los sobrinos de Dn. Cándido bien poco tengo que agradecer [...]. A los de Vidio, le dara las gracias a los padres, el hijo de Juan de la Pena no se separaba de mí ni un momento, me quería como un hermano, me traía cuanto necesitaba, el otro tenía vastante para él. Un día salimos del camarote y subiendo las escaleras la vista se me iba, ya no podía ver nada, me caí. Vino un médico, me preguntó qué tenía, yo le dije: mucho calor y algo mareado, me dijo: anda sube arriba a tomar el fresco. Me levanté, me fui como pude y mandé al de sobrino que fuese a vuscarme una purga. Va él y cuenta todo al médico, sin saber nada le manda que vaya yo a tomarla y que me llevase a la enfermería. No fui. Al poco tiempo vino a vuscarme y me escondí y me fui a proa, cuando él estaba en proa me fui a popa y no me pudo cojer. Aquel día metieron [a] 80 en la enfermería, pero era al pasar el Ecuador y fue por el mucho calor. Muerte hubo, pero como quien dice ninguna, una mujer de un mal parto y uno tuberculoso. No hagáis caso de los periódicos. El 16 yo ya no tenía nada, estaba bueno. Llegamos a Montevideo el día 22 y a Buenos Aires el 23. Estuvimos en la rada[5] hasta el 29 [...]. Las cartas a tierra no las querían llevar porque decían que tenían gripe. Llevaron 7 enfermos a la isla. [...]. mis hermanos estuvieron pendientes todos los días hasta que bajamos definitivamente a tierra.

Un abrazo por ahí a todos que pregunten, y muchos besos para Ud.  de su hijo.

firmado. /  /.   Martín.



[5]  Rada.  Zona de aguas utilizadas normalmente para la carga, descarga y fondeo de buques.



Fotografía cortesía de la Compañía. El vapor Reina Victoria Eugenia, botado el año 1912. Tenía una eslora entre perpendiculares, 152,5 metros; manga máxima, 18,60; puntal sobre la cubierta principal 10,82, y desplazamiento en plena carga 15.400 toneladas.  Martín hizo transbordo en Cádiz, dejando el Santa Isabel que había salido de Santander.


            En el 1912 más de 20 años habían transcurrido desde que la Compañía había encargado un vapor transatlántico nuevo.  Por lo tanto, fue un gran acontecimiento, cuando el 26 de septiembre de 1912 Swan, Hunter & Wigham Richarson de Wallsend-on-Tyne botó el Reina Victoria Eugenia de 10.137 toneladas con cuatro hélices, especialmente como dos días más tarde Wm. Denny & Bros. botaran el Infanta Isabel de Borbón, de 10.348 toneladas y tres hélices, ambos construidos especialmente para la ruta al Río de la Plata.  Ambos tenían una velocidad de servicio de 17 nudos, pero su maquinaria de propulsión era muy diferente.  El buque de Tyneside tenía dos motores de cuádruple expansión impulsando los dos ejes interiores y dos turbinas de baja presión propulsando los ejes exteriores, mientras que el buque de Clydeside tenía dos motores de triple expansión impulsando los ejes exteriores, con una turbina de baja presión propulsando el eje interior. Ambos buques tenían una capacidad para 250 pasajeros de primera, 100 de segunda y 75 de tercera clase.  Sus viajes inaugurales comenzaron desde Barcelona el 12 de marzo y el 4 de abril de 1913, respectivamente.  Previamente habían hecho escala en Génova, luego en Málaga, Cádiz, Tenerife y Montevideo en ruta a Buenos Aires, abandonaron el Mediterráneo y navegaron al Río de la Plata desde Bilbao, Santander y Coruña y a menudo hicieron escala en puertos adicionales. En el puerto esperaban a Martín, sus hermanos Francisco y José. Con Francisco y su mujer se iría para Boca de Riachuelo, una población nueva, cerca de Buenos Aires, levantada sobre el margen del rio de mismo nombre, para trabajar en el comercio de su hermano. Años más tarde pondría el suyo propio en la ciudad de Buenos Aires. 


Tarjeta postal, archivo del autor, de Boca de Riachuelo, finales del S. XIX, algo similar a lo que encontró Martín unos años más tarde cuando llegó a Buenos Aires. Abajo foto donde podemos apreciar cómo es en la actualidad.


Martín sigue la línea de su padre y también se casa con una gallega, vecina de Betanzos (A Coruña) en el año 1930. Su madre pasó sus últimos siete años con él, su mujer y sus tres nietos. En 1954 decidieron hacer un viaje a España ya que ella así se lo pidió, la única vez que visitaron su tierra, fue en 1947, lo que aprovecharon para que las familias conociesen a sus nietos; ya que desde que hicieran el primer viaje, 1919, él y 1922 ella, no hubo más contacto con ellos, salvo las cartas que el correo se encargaba puntualmente de traer y llevar, haciendo así más llevadero el tiempo en la emigración. Después de pasar dos meses entre Asturias y Galicia, acordaron que la madre de Martín conociese Argentina .


Carta del año 1948, dirigida a Buenos Aires, destinada a la mujer de Martín, su familia en Betanzos (A Coruña). Cedida por mvidalm.

La familia Iglesias López con dos de sus hijos volvieron a Asturias en las navidades el año 1954, el día de reyes, del siguiente año falleció Elenita, pues gustaba que la llamasen así.  Nuestros protagonistas volvieron de nuevo para América y allí siguieron hasta el año 1970, dos de sus hijos ya tenían su vida formada y el más joven estaba con ellos, quedó con el negocio de sus padres al regresar estos a su tierra para no volver. Los tres hijos de Lola y José que eran la segunda generación, quedaron definitivamente en Argentina, los siete nietos que eran la tercera hicieron lo mismo.


Ahh, que pasó con Rosalía, por lo que supe años más tarde, su padre los primeros cinco años escribía una vez al año, a partir de entonces, perdieron el contacto con él. Volviendo al principio de todo, el vecino de Cée, Ramiro González, embarcó en La Coruña a principios de 1930, rumbo a Buenos Aires, allí le esperaba un primo para llevarlo con él a una empresa que se dedicaba a construir carreteras y línea del ferrocarril. Durante seis años, se mantuvo en la empresa junto su primo, pero al comenzar la guerra civil en España, cambió de trabajo, para ir a unas explotaciones que estaban algo lejos, concretamente en Puerto Deseado, una y Puerto San Julián la otra, ambas sobre la costa atlántica al norte y centro de la provincia de Santa Cruz, respectivamente. El crecimiento en aquellos años en la explotación de ganado ovino a cantidades muy grandes, y en la exportación de lana, dio origen a una gran demanda de mano de obra hasta los años sesenta.

A raíz del cambio, poco a poco dejó de escribir y la familia perdió el contacto. Pasados varios años supieron algo por un vecino que volvió a Cée para solucionar unos temas de herencias, y pudieron saber que estaba pasándolo realmente mal y enfermo. Este buen hombre llevó el encargo de que hiciese lo necesario para convencerlo y que volviese a su tierra.

Fue algo maravilloso, organizaron una fiesta en su honor y recaudaron fondos para conseguir algo de dinero, fue apoteósica la respuesta de todos los emigrantes que se unieron a la causa, finalmente ultimaron todos los detalles para el regreso a España. Era en vísperas de San Juan del año 1967, chicos y chicas entre los diez y trece años, apuraban a carrear leña que otro grupo de mayores cortaba en el monte, de pronto un coche pasa saludando con las manos fuera de la ventanilla, todos comenzaron a correr detrás, algo más adelante paró y bajó un señor mayor vestido de ropa clara y sombrero, seguido salió Ramón, su nieto y luego su padre.

 Aquello fue algo inolvidable, todos los vecinos acudieron a recibir a Ramiro, risas, lloros, abrazos, caramelos, después pusieron música para todos, y venga, a bailar; momentos de la vida que quedan para siempre[6].

Esta vez, recibía a Ramiro su nieto también con diez años al igual que hacía treinta y siete, en aquella ocasión era Rosalía su hija, ahora ya con cuarenta y siete. El viaje completamente distinto, casi un mes antes, un día ahora. Todo un sueño hecho realidad, “papaiño” no volvió pronto tal como pedía Rosalía en la despedida, pero al fin regresó.



[6] Uno de aquellos muchachos que carreaba leña para la noche de San Juan, era este que os escribe, decía al comienzo de este relato, “no podía imaginar lo que te puede deparar la vida, ni siquiera en lo más profundo de tus pensamientos”. Pues bien, conocimos la gran mayoría de todos nosotros a Ramiro el día que llegó, era un hombre muy encerrado en sí mismo, la vida no fue fácil para él, pero sí que tenía algo que nada más oír su voz, nos dejaba a todos expectantes. Algunos meses más tarde tuve la ocasión de conocerlo mejor debido a que su nieto era uno más del grupo, y de ese modo fuimos haciendo amistad. Tenemos pasado tardes enteras de los domingos escuchando sus historias y cientos de anécdotas que le habían ocurrido durante sus casi cuarenta años en el país que tanto quería.
Ramiro aún pudo disfrutar de su familia unos cuantos años, lo mismo algunos de nosotros que con doce años sabíamos tanta geografía e historia, de Argentina como de España. “Argentina, capital: Buenos Aires. Está dividida geográficamente en 24 provincias, estas se subdividen en departamentos y los departamentos en municipios, excepto la provincia de Buenos Aires”. (…).

 

 

     Para terminar esta apasionante historia, no puedo dejar de agradecer a Joaquín López Álvarez, responsable y director del Museo del Pueblo de Asturies, por todo el trabajo allí expuesto y el que está a la espera de poder contemplarlo, y por su atención admirable para realizar este artículo, tengo que felicitar a todo el equipo, pues todo el trabajo que ahí realizáis es impagable.

Fue semilla castellana, puso raíces en Galicia, floreció al cruzar el mar, y dio su fruto en Argentina.

Familia de Los Castellanos, ya son varias generaciones las que fueron quedando en el país que ahora también es el suyo, un día sus abuelos decidieron cruzar el océano, dejando aquí raíces que tanto sujetan y que nunca se olvidan. Con un especial cariño para Any.


Sirva también como agradecimiento a todos los emigrantes que dejando su vida y su alma aquí, con muy pocos años muchos de ellos y pocos recursos, así sin más esperanza que la ilusión de encontrar otra vida muy distinta, pero llena de oportunidades y poder algún día agradecer, que tanto sacrificio pagó la pena. Fueron muchas las familias que dejaron todo lo que aquí tenían, con la ilusión de algún día regresar, no siempre fue posible y sigue en sus recuerdos, lo que pudo haber sido y no fue; eso sí, en nostalgia y en “morriña” nadie nos supera. Una especial mención para las gentes de Cée y Corcubión, Bréns, Vimianzo y tantas que, a pesar de todo, sus orígenes no los olvidan; con un grato recuerdo a la familia de los Castellanos que llevaron a Corcubión en lo más profundo del corazón, Porrúa, Abelenda…

También recordar todo a lo que tuvieron que renunciar para poder dar el salto, la mayoría chavales jóvenes entre 15 y 19 años, donde casi todos tenían ya buscado el amor de su vida, y ahora se truncaba por esos palos que aparecen sin esperar y la sociedad en la que nos desenvolvemos nos da. Era quizá el trago más amargo al que tenían que hacer frente; aquella ultima velada era un verdadero valle de lágrimas, de muchas promesas y buenos deseos, pero aquel abrazo grande junto aquel “bico” que se daban, era el recuerdo más valioso que guardaban en lo más hondo del corazón, más que cualquier otro acontecimiento que les deparase la vida. Seguramente es la historia de un sueño, o el sueño de miles de historias, tantos y tantas gentes que principalmente desde Santander, Coruña, Vigo, llegaban desde sitos muy diferentes, buscando el puerto más cercano o aquel en el que fueron capaces de conseguir el pasaje, pero eran gentes sobre todo del norte hechas y talladas por el bravo mar.

Quiero saltar de la rama de un roble,
gritar tu nombre y echar a volar
tengo la fuerza del viento del norte,
y esa bravura que viene del mar.

(Nando Agueros, año 2012.  Viento del norte).

 

 

 

Documentación y bibliografía consultada.

 Los barcos de la emigración, mitramiss.gob.es. Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social.

Afluencia de gallegos hacia América, José Ramón Campos Álvarez. Univ. Vigo.

Fundación de la Hamburg Südamerikanische Dampfschifffahrts-Gesellschaft.Compañía Naviera Hamburg Sud.

Correo de la emigración. Museo del Pueblo de Asturies. Gijón.

Escrito y realizado a través del estudio e investigación sobre la Emigración hacia América, finales del S. XIX y primer tercio del S. XX, especialmente desde los puertos del noroeste de España. 

c.castro. paul.  agosto, 2020.